BATALLA DE SAN ROQUE

                                                                                     

HISTORIA

 

La Batalla de San Roque fue un combate durante las guerras civiles argentinas librado entre el gobernador Juan Bautista Bustos y el general de la independencia José María Paz en las márgenes del río Primero en 1829. Como resultado de la victoria de Paz, éste asumió el gobierno de la provincia de Córdoba.

Entre los años 1828 y 1862, en intentos enfrentados por organizar definitivamente al país, las fuerzas políticas más importantes se alinearon en dos grandes corrientes: Unitarios y Federales. Unos, pretendían organizar un gobierno central que ejerciera el control de Buenos Aires por sobre el resto del país. Los otros, buscaban defender los intereses del interior y obtener una cierta autonomía por parte de las provincias, basándose, fundamentalmente, en la diferente índole, intereses y necesidades de los habitantes del interior, y teniendo en cuenta las grandes distancias y la casi inexistencia de comunicaciones entre Buenos Aires y las principales ciudades.

En la ciudad-puerto de Buenos Aires, las miradas estaban orientadas hacia intereses fundamentalmente de origen mercantilista, radicados en Europa. En el interior se vivía la realidad de cada ciudad o pueblo, muchas veces más cercana a intereses económicos y de desarrollo locales, con soluciones menos onerosas en lo político y económico que las que pretendía Buenos Aires.

El general Bustos había gobernado la provincia de Córdoba desde 1820. Paz reunió las tropas del interior del país que habían hecho la guerra y el 3 de abril de 1829 se dirigió hacia el norte, con la excusa de devolver los hombres a sus provincias. Pero, a medida que avanzaba hacia la capital provincial, exigía la renuncia de Bustos, cuyo segundo mandato ya había vencido, para elegir un nuevo gobernador (la constitución provincial prohibía un tercer mandato). A nadie escapaba que el candidato de Paz era él mismo.

Paz entró en la ciudad de Córdoba con su poderosa división, pero Bustos no se quedó a esperarlo: se refugió en la estancia de San Roque, a la entrada de las sierras y a poca distancia de la ciudad capital. Negoció con Paz un acuerdo por el cual el nuevo gobernador no podía ser ninguno de los dos. Pero, por razones formales, Paz rompió las relaciones y acusó a Bustos de estar esperando refuerzos. Lo cual era cierto, ya que Bustos había llamado en su ayuda a Juan Facundo Quiroga, caudillo y comandante de armas de la provincia de La Rioja.

Antes de que Bustos pudiera recibir refuerzos, Paz avanzó hacia San Roque. Bustos hizo un último esfuerzo, enviando a su yerno Arredondo a negociar la paz. Poco después, Paz atacó sin responder.

Bustos no tenía mucha experiencia en batallas, y las que había ganado las había logrado en posiciones defensivas. Por eso se limitó a esperar a los unitarios inmóvil, protegiendo sus posiciones con artillería. Paz no pudo hacer valer sus dotes de estratega: simplemente dividió sus fuerzas y le encargó a cada jefe que atropellaran lo que tenían delante. La orden fue cumplida en cada uno de los grupos.

Bustos debió abandonar la región, refugiándose entre las tropas de Quiroga, pero abandonando su provincia. Sólo un mes más tarde, Bustos y Quiroga buscaron la revancha: invadieron la provincia, ocuparon la mayor parte de la sierra y luego la capital de la provincia. Y enfrentaron a Paz en la batalla de La Tablada. Pero, en definitiva, la victoria volvió a ser para Paz.

La provincia de Córdoba quedó entonces bajo el mando de Paz y de los unitarios, unidos a los federales que se habían distanciado de Bustos y a los jóvenes abogados y comerciantes.

Por el momento no pudo hacer mucho más que forjar una alianza tácita con los gobiernos unitarios de Tucumán y Salta, pero después de las siguientes batallas pudo formalizar la Liga del Interior.

La batalla de San Roque fue la primera de las cuatro que mandó en jefe el general Paz. Ganó las cuatro por amplio margen, destacándose como el mejor general argentino de su tiempo.